Para desarrollar una marca que sea auténtica, diferencial y memorable, es muy importante una buena identidad gráfica. Por ello, nuestra productora audiovisual especializada en motion graphics necesitaba una identidad gráfica potente, atractiva y acorde con nuestros principios.
En otras palabras: no valía cualquier garabato.
Y nos pusimos a trabajar.
Empecemos por el principio: el nombre ideal.
El nombre es el mejor embajador de una marca. Es la tarjeta de presentación que el cliente va a escuchar y leer y retener en su memoria. Por ello, para encontrar el nombre ideal, lo primero que hicimos fue un trabajo de naming.
El naming es un conjunto de técnicas y procesos creativos para desarrollar y crear nombres de productos, servicios, empresas y entidades, eventos, entre otros.
¿Cómo surgió el nombre de Emorama?
Escribimos una lista con 100 posibles nombres que identificaran los valores y servicios de la productora. A continuación, seleccionamos los 7 que consideramos más apropiados, teniendo en cuenta algunas premisas.
¿En qué nos fijamos?
Todos los nombres que pasaron a la fase final tenían que ser:
- Agradables al oído. Necesitábamos un nombre agradable de pronunciar y escuchar.
- Fáciles de recordar. Los nombres rebuscados son más difíciles de recordar. Tenía que ser fácil.
- Fáciles de pronunciar y escribir. ¿A quién no le ha pasado que no sabe cómo se escribe una marca: ¿Con v o con b? ¿Con h o sin ella? Por eso, queríamos que nuestro nombre fuese sencillo.
- Que transmitiesen un mensaje positivo. El nombre tenía que transmitir buen rollo.
De estos 7 finalistas, seleccionamos cuál representaba mejor a la productora y cuál tenía más posibilidades de ser registrado como marca. Esta última condición es muy importante. Cuando elegimos un nombre, no solamente debemos comprobar que tenga el dominio disponible y que no esté registrado como marca, sino que también debemos asegurarnos de que tenga los nombres de los perfiles de redes sociales libres.
Finalmente, después de deliberar con el equipo, la suma de emoción y “orama” (una palabra que significa visual en griego), Emorama, nos gustó tanto que decantó la balanza.
Ya teníamos nombre para la productora: EMORAMA.
Y, después del naming… la imagen gráfica.
Una vez teníamos claro que Emorama era el nombre elegido, empezamos a desarrollar su imagen gráfica.
Ten en cuenta que la elección del nombre siempre debe ser lo primero que hagamos. Nunca debe coincidir o ser posterior a su imagen gráfica.
Para crear el logotipo, identificamos 3 posibles caminos a desarrollar. Todos ellos giraban en torno a los conceptos de “visual”, “emoción” y “sinergias”, o eran una combinación de los tres.
Finalmente – guiados por el significado de la palabra Emorama, – apostamos por desarrollar el concepto de “emoción visual”.
El concepto de emoción visual.
¿Cómo podíamos emocionar a través del logotipo? ¿Qué cosas pueden emocionarnos cuando las vemos?
Siguiendo esta línea creativa, un primer paso fue identificar imágenes que nos generaran emoción. Un arco iris, un niño sonriendo, gatitos (¡¿a quién no le gustan las imágenes de gatitos?!), globos, helados, dulces, piruletas…
Finalmente, hubo una imagen que definía perfectamente lo que para nosotros era una auténtica “emoción visual”: sin duda alguna, era una puesta de sol.
Bien.
Ya teníamos el nombre: Emorama. Y ya teníamos la imagen: una puesta de sol. Ahora solo faltaba convertir esa imagen en logotipo.
El logotipo de Emorama. Cómo se hizo.
La creación de un logotipo es un proceso creativo que requiere tiempo. Se necesita hacer pruebas, dibujar bocetos, combinar colores, experimentar con la tipografía…
En nuestro caso, queríamos simplificar y reducir nuestra idea creativa a la mínima expresión.
Por ello, después de algunas pruebas gráficas y decenas de bocetos, llegamos a construir el icono (o isotipo) que se convertiría en nuestro logo.
Conseguimos simbolizar una puesta de sol reduciéndola a la mínima expresión y sacamos los colores principales y secundarios de un atardecer real.
La elección de las tipografías.
Para el logotipo, buscábamos una tipografía atemporal y moderna, que funcionara bien en un entorno digital, geométrica y que pudiera animarse.
Con estas premisas y después de mirar distintas opciones, nos decantamos por La Gilroy (Bold). Se trata de una tipografía sin serifa, moderna y con un toque geométrico.
La animación del logotipo
Somos una productora audiovisual especializada en motion graphics y, como tal, queríamos que nuestro logotipo fuera animado. Por ello, para conseguirlo optamos por usar los recursos gráficos del mismo logotipo.
¿Qué vino después?
Seguimos desarrollando ideas entorno a la “emoción visual”, y construimos una iconografía que complementara el icono principal. Así es como surgieron los iconos del arco iris, la cara sonriente y el corazón.
Ya teníamos la imagen de nuestra productora creada, ahora era el momento de crear sus múltiples aplicaciones de la marca.
Por fin había nacido Emorama. Ahora venía otro proceso, complejo y emocionante a la vez: darla a conocer.